¿Cómo cambia la vida tras la paternidad y maternidad?

El ser padre o madre es un hecho muy especial que no se puede comparar con ninguna otra experiencia vital. Sin embargo, no todos los cambios que conlleva esta nueva realidad son positivos.

 

Independientemente de cada situación particular, existen unos patrones de cambio que pueden alterar de forma negativa nuestra vida cotidiana y nuestras relaciones personales y sociales.

 

Por otro lado, existen también otros cambios favorables que pueden ayudarnos a crecer como personas y a mejorar ya no solo nuestras relaciones con nuestro entorno, sino también con nosotros mismos.

 

A continuación, analizaremos detalladamente cuáles son estos cambios, tanto positivos como negativos, que conlleva la llegada de un bebé.

 

¿Cuáles son los cambios vitales más importantes que conllevan la maternidad y la paternidad?


Como la mayoría de las circunstancias de la vida, la llegada de un hijo/hija no es un hecho radical que se pueda ver a través de patrones de blanco o negro. Se trata más bien de un proceso en que se alternan momentos de bienestar emocional y físico con otros que son mucho más desgastantes y que pueden provocarnos alteraciones en nuestra psique. Dependiendo de cada persona, estos momentos serán más o menos largos en el tiempo y tendrán un mayor o menor impacto en su situación personal.

 

Además, y como todo lo que tiene que ver con emociones, una misma situación puede generar reacciones positivas y negativas a un tiempo. Debemos tener claro que todo esto es normal y que forma parte natural del proceso. Solo en situaciones graves se requerirá ayuda profesional.

 

Veamos a continuación algunos de los cambios más importantes que conllevan la maternidad y la paternidad.

 

1. La relación de la pareja cambia significativamente (y no tiene por qué ser para mal)
La atención a un recién nacido implica invertir gran parte de nuestro tiempo. Esto hace que disminuyan las posibilidades de estar a solas con nuestra pareja y convierte en algo prácticamente imposible el recuperar las actividades que realizábamos juntos antes de la llegada del bebé. Por un lado, estos cambios pueden influir desfavorablemente en la relación, ya que podemos llegar a sentir nostalgia por la vida que ”hemos perdido”.

 

Sin embargo, la maternidad y la paternidad en pareja también pueden ser una oportunidad perfecta para compartir momentos únicos con nuestro compañero o compañera, relacionados con la crianza del niño/a. En este sentido, la relación puede verse fortalecida al existir una nueva fuente de ilusión. Además, las tareas compartidas pueden reforzar el vínculo.

 

2. Facilita nuestro autoconocimiento
La llegada de un bebé y las responsabilidades que esto conlleva pueden ser beneficiosas para nuestra autoestima, puesto que nos vemos en la obligación de aprender cosas que antes no necesitábamos saber, y esto es una gran fuente de satisfacción y plenitud personal. Aunque parezca una tontería, el hecho de ver que hemos conseguido hacer una cosa tan simple como cambiar un pañal (si antes no lo habíamos hecho nunca) refuerza la percepción de nosotros mismos y nos anima a seguir aprendiendo.

 

3. Fortalece nuestros vínculos personales
Por supuesto, el vínculo de amor que se crea entre nosotros y nuestro hijo/a resulta altamente beneficioso para nuestro bienestar emocional. Por otro lado, ya hemos comentado en el primer punto cómo puede ayudar a reforzar la relación de pareja, en el caso de que la maternidad/paternidad se viva con un/a compañero/a. Pero es que, además, el proceso puede fortalecer también el vínculo con nuestros propios padres, puesto que comprendemos mejor por lo que tuvieron que pasar para criarnos a nosotros.

 

4. Puede generar ansiedad
Este factor no se puede dejar de lado, puesto que, mal gestionado, resulta un obstáculo tedioso para disfrutar plenamente de nuestra maternidad o paternidad.

 

Es inevitable que, en el proceso de crianza, surjan momentos ansiógenos, como por ejemplo la disposición del hogar a la perfección para que el niño/a se sienta cómodo y esté seguro, que puede llegar a generar una situación de hipervigilancia. Por otro lado, la llegada de un bebé genera una gran cantidad de gastos y requiere una replanificación de nuestra economía, que puede generar ansiedad por el temor de no llegar a fin de mes o a tener que renunciar a cosas que nos gustan pero que ya no podemos permitírnoslas.

 

5. Puede causar cansancio e irritabilidad
La falta de sueño, derivada de las necesidades nocturnas del bebé, puede generar un estado de irritabilidad y nervios que dificulta nuestro día a día, especialmente si tenemos que trabajar. Nuestro cuerpo y nuestra mente se resienten ante la disminución del descanso y ello puede acarrearnos alteraciones emocionales.

 

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